El mercado inmobiliario en el borde costero de Concón se frena tras los socavones
Los departamentos ubicados sobre el campo dunar afectado por las grietas en el suelo o en sus cercanías han comenzado a desvalorizarse rápidamente. La incertidumbre es enorme y el valor del metro cuadrado de la que fuera una de las zonas de mayor plusvalía, ahora es una incógnita. Los edificios afectados no atraerán compradores, anticipan especialistas. En la zona ya se ofrecen unidades con descuentos entre 10% y hasta 50%. Y el valor de los arriendos también se está ajustando rápidamente. “Los precios se han devaluado en la zona y las inmobiliarias están ofreciendo descuentos y promociones como nunca”, dice un corredor.
Casi a la misma velocidad con que la arena cedió bajo las construcciones, debido a las intensas lluvias que terminaron generando los socavones en las dunas de Concón, el mercado inmobiliario de la zona comenzó a reacomodarse en las últimas semanas. Y sigue inestable. A la espera del desenlace que tendrán los trabajos de consolidación del terreno de los edificios afectados por las grietas.
Ventas casi detenidas, arriendos a la baja en los edificios ubicados sobre los campos dunares y valores al alza en los barrios más tradicionales de esa comuna y Viña del Mar. También algunas ofertas y rebajas de última hora. Y sobre todo, mucha, pero mucha incertidumbre. Así está hoy el negocio inmobiliario en la zona cero de los socavones, la misma que se alzaba con algunos de los metros cuadrados de mayor plusvalía de la costa y una gran vista hacia el Océano Pacífico.
Agentes inmobiliarios consultados por Pulso coincidieron en que la aparición de los nuevos socavones extendió los cuestionamientos hacia las demás construcciones emplazadas en todo el perímetro del campo dunar y su entorno, golpeando ferozmente a lo que solía ser una de las áreas más atractivas y con más futuro de la Quinta Región costa.
Ahora, este barrio entre el camino costero y la avenida Concón-Reñaca pasa por su peor momento. Las consecuencias se encuentran en cada esquina, con cuatro edificios amenazados por los socavones y el temor a que la situación todavía pueda agravarse más. Residentes del lugar y operadores inmobiliarios describen un escenario de calles resquebrajadas, ocupadas hoy por operarios, maquinaria en las aceras e inseguridad en las noches.
En total son 42 los edificios levantados en torno a las dunas, acorde un mapa que el año pasado publicó el Movimiento Duna Viva, una organización integrada por la Corporación Pro-Defensa del Patrimonio Histórico y Cultural de Viña del Mar y la Fundación Yarur Bascuñán.
Garantías para invertir
“Esta situación se suma a las bajas ventas que ha experimentado el sector inmobiliario en los últimos años, lo cual no entrega certezas para emprender nuevos desarrollos en el corto plazo y genera aumentos del stock tanto en venta como en arriendo, haciendo que los precios tiendan a la baja ante un mayor stock de unidades disponibles sin un aumento importante de la demanda. La demanda sólo podría superarse y volver al ritmo normal una vez que se realicen las obras de ingeniería y recuperación del área, que dé las garantías a los usuarios e inversionistas”, advierte Teodosio Cayo, gerente general de la firma de gestión inmobiliaria Arenas y Cayo.
Ya en agosto del año pasado el mercado debió enfrentar las repercusiones por el primer socavón, en el edificio Kandinsky y un mes después, a pocos metros, apareció otro debajo de la vecina torre Miramar 1. En junio de este año, a poco más de un kilómetro, en el mismo suelo, la tierra se abrió bajo la obra Euromarina II. Los mayores inconvenientes se han producido por la obligación de abandonar sus domicilios a los residentes de cuatro edificios de un perímetro de seguridad, levantado por las autoridades.
Decenas de personas, que arrendaban en la zona debieron buscar otros lugares más seguros donde vivir ante el riesgo de un derrumbe o una tragedia. Y ese fue el primer efecto en el mercado de los inmuebles. “En los edificios afectados hay aproximadamente un 20% de residentes permanentes, y esas familias debieron empezar a buscar arriendos, presionando fuertemente la demanda. Casi todas las corredoras de propiedades pudimos arrendar lo que teníamos en stock. El alquiler de muchas de estas propiedades estaba frenado por su alto precio”, revela Gonzalo Fernández, dueño de la corredora homónima de la Quinta Región.
Otros operadores coincidieron en que esa demanda inédita por alquileres se centró principalmente en las zonas más tradicionales de Concón, Viña del Mar y Reñaca, donde mejor se vive y que resultaron sin daños por las lluvias. Algunos propietarios aumentaron los precios ofrecidos por las viviendas, debido a la mayor demanda, mientras que también hubo quienes mantuvieron las tarifas.
No hay precio
Los agentes inmobiliarios identifican como un momento clave para determinar qué pasará con las propiedades de la zona dunar la reparación de los socavones y la estabilización de los terrenos, siempre y cuando ello sea posible. Es decir, durante al menos varios meses el precio del metro cuadrado en el área seguirá como una incógnita, la que dependerá más bien de las apuestas financieras y de la capacidad de los copropietarios para aguantar todo el proceso de reparaciones y recuperación, que se estima será largo y caro.
“El fenómeno de los socavones golpeará en mayor medida a aquellos proyectos que se vean directamente afectados, ya sea sobre su estructura y/o su funcionamiento, impidiendo su habitabilidad. En estos casos, la afectación al valor comercial será considerablemente mayor, sin descartar que, incluso temporalmente, pueda ser total. Es decir, mientras persista el problema, dichas unidades podrían no tener interés alguno para el mercado”, alerta Felipe García, director de Tinsa para el Cono Sur.
Nadie quiere terminar pagando una hipoteca por escombros y hasta ahora los operadores dicen que algunos dueños de los departamentos afectados han ofrecido vender sus propiedades con rebajas que van desde el 10% hasta 30%. También en algunos grupos de WhatsApp se habla de propietarios dispuestos a descontar hasta la mitad del valor con tal de salir del problema lo más luego posible. Ello, porque pase lo que pase con las torres, sus dueños no solo deberán seguir abonando mes a mes los dividendos de sus créditos hipotecarios y las contribuciones trimestrales, sino que también tendrán que solventar los arreglos por todos los daños generados en los edificios y sus entornos. A eso hay que sumar la activación del cobro de los seguros, los fondos de contingencia de las comunidades de cada torre y los costos de recurrir a la justicia en busca de respuestas e indemnizaciones. Los afectados por los daños colaterales necesitarán de tiempo y dinero, con un mar de polémicas de fondo. Por si fuera poco, la temporada de lluvias todavía no está ni cerca de terminar.
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